jueves, 16 de agosto de 2012

Un día diferente

Volvería a estar con ella por la mañana. Habíamos quedado, aunque vendría más gente, pero tendríamos un rato para estar los dos solos. Quizá se notaría esa tensión que había, o simplemente los dos disfrutaríamos como lo haciamos antes.
Era noche de lluvia de estrellas. Ojalá pudiera estar tumbado junto a ella mirando el cielo, pero me tenía que conformar con imaginarlo. Aunque...mejor si nos lo imaginábamos juntos. Solo eran palabras, pero cada detalle contaba para hacer creer que era verdad, que estábamos el uno al lado del otro. Y llegó el momento. Llegó el momento de pedir un deseo. Ni si quiera nos molestamos en pedirnos que nos contásemos que habíamos pedido, porque a parte de que sino no se cumplirian, los dos sabiamos perfectamente cual era. ¿Por qué no lo hacíamos si los dos queríamos? Justamente por la tensión y los pensamientos al pasado cuando estábamos juntos. Ya había empezado un dia que sería raro, mejor dicho, un día diferente.
Llega el momento, la veo bajar. Preciosa como siempre. Estábamos cohibidos, ambos estábamos cortados. Poco a poco nos vamos soltando, pero todo lo que hacíamos era muy pensando, sin dejarnos llevar. Llegaron los demás y la tensión se rebajo al mínimo, hasta el punto de que desapareció. Volvíamos a ser nosotros y empezaron las tonterías. Que si te agarro la mano y te la suelto, que si te empujo y casi te caes, me haces la zancadilla, llamamos al timbre y salimos corriendo. Estábamos viviendo en nuestro mundo, aunque con gente alrededor de él. Llegó la hora de irse. Dos besos a las demás y a ti...uno. Pero no fue un beso de despedida, era un beso de "te echo de menos". Me fui contento, había vuelto a disfrutar cuando estaba contigo.
Por la tarde cada uno con sus amigos, o eso pensábamos al principio. La saludé y me volví con los míos. La veía contenta, no había cambiado nada desde por la mañana. Y después de un tiempo ella vino. Se sentó a mi lado y empezamos a hablar. Otra vez empiezan las bobadas. Que si te toco la pierna, que si me das la mano, que si te doy sin querer y un beso como recompensa, que si te muerdo la oreja...Todo volvía a ser como nunca debió de dejar de ser. La hora de irse, pero yo no quería...y ella tampoco. "Me voy por ahí hoy", "y yo". Otra vez los dos solos. Se suponía que cada uno iba para su casa. "Dónde vas, por ahí no se va a tu casa", "ya, ni a la tuya". No podíamos parar de sonreír. La noche lo cambia todo y en ese momento me apetecía abrazarte por detrás, así que lo hice. Me pongo delante y me empujas, luego me muerdes el hombro. Nunca pensé que todo podía ir tan bien. Pero tenía que llegar el momento de despedirse, no podíamos estar toda la noche dando vueltas. Entonces llegó el momento, llegó el mejor momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario